Cantigas de Cruz y Luna.

Cervera del río Alhama, una pequeña villa castellana donde cristianos, judíos y musulmanes conviven en secular armonía, envía sus mejores gentes a la campaña de las Navas de Tolosa. Les acompaña la dulce Zahara, arrastrada contra su voluntad a una aventura donde, para sobrevivir, habrá de ser más fuerte que los más intrépidos cruzados.

Puedes adquirir la novela en las más importantes librerías on-line, o pedir que te la traiga la librería de tu barrio. También puedes comprarla en editorial Maluma, que te la hará llegar sin gastos de envío.

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La novela

La novela
Una historia de aventuras en Cervera del río Alhama, una perspectiva nunca vista de las Navas de Tolosa

viernes, 14 de septiembre de 2012

Como eran las tiendas y campamentos medievales



Los pobres dormían donde podían, cubiertos por una manta o su capote. En un campamento, se distriburán por donde puedan y los más afortunados tenderán una pieza de tela sobre una cuerda tendida entre dos estacas plantadas en la tierra para dormir a resguardo envueltos en su manto. Pero todo caballero que se precie hará que sus siervos carguen con una tienda y la riqueza de esta dependerá de los posibles del propietario.
Pasemos a detallar partes y composición de la tienda redonda, la tienda básica medieval:

La tienda se levanta plantando de manera firme el tendal, un poste grueso, normalmente clavado en el suelo, de cuyo extremo superior parten una serie de cuerdas que se fijarán al suelo mediante estacas. El número de cuerdas varía en función del tamaño, altura y perímetro de la tienda (en los documentos de la época, el número de cuerdas que sostiene una tienda dan idea de su tamaño e indican la categoría y poder de su propietario).  Sobre los tendales se extiende un cono de tela, la corona, que se cierra por la parte de arriba con una pieza de cuero que se llama cuenca. De la corona penden los álabes, lienzos de tela que forman las paredes de la tienda y remata la tienda por arriba la pella, la pieza maciza que corona el tendal. 

Alzando uno o dos álabes se accede al interior, y se pueden fijar estos lienzos a las cuerdas para mostrar el interior de la tienda o para que su inquilino admire el paisaje. En caso de mucho calor también se pueden alzar, parcial o totalmente, alguno o todos los tendales para que corra el aire.
Como hemos dicho, el tamaño de la tienda lo determinan el número de cuerdas y su riqueza los materiales de construcción. así, la pella puede ser de oro labrado con forma animal o vegetal, quizás con el símbolo del propietario de la tienda, o una simple pelota de cuero. Lo mismo ocurre con la cuenca, que puede ser de cuero o una gruesa lámina de plata repujada u oro labrado. Y con la corona y álabes, que podrían ser de humilde burel (paño basto y ordinario que viste la gente común y los esclavos (quizás apropiada -con el consiguiente escándalo de sus vecinos- para un simple jauntxo que prefiere gastarse el dinero en una buena espada o en comprar un carro de ballestas) o del más costoso brocado de seda y oro. También el tendal indicará la posición de su dueño. Muchas veces eran desmontables en piezas, para poder trasladarlas mejor y el rico utilizará tendales de roble, nogal o caoba, sin despreciar el palo santo y otras maderas exóticas, quizás con incrustaciones de marfil y amarres de oro y plata. El pobre se conformará con un robusto poste de roble de una o dos piezas. El suelo de la tienda se cubre totalmente con pieles, de oso o marta para el rey, de cuero o paja para el pobre. Un jauntxo quizás cubra el suelo con fustán y la embellezca con alfombras tejidas con la lana de sus rebaños. 


Pero el rey, o un noble realmente adinerado, podría alojarse en una tienda de dos tendales, el colmo del lujo en un camping medieval. Su escudo en las cenefas de tela que bordean la corona, brocados de seda entretejida con oro imitando columnas sobre los álabes, gallardetes con sus colores sobre las pellas... en fin, lujo asiático para los señores de la tierra. 

lunes, 10 de septiembre de 2012

Sobre las Villas y la Tierra Llana


Casa Torre de Aranguren
Como hemos comentado en varias ocasiones a lo largo de este blog, las luchas banderizas fueron básicamente enfrentamientos entre los diferentes apellidos que se disputaban el poder y los recursos de la tierra. En la antigua Vizcaya,  existía un determinante añadido, los diferentes regímenes jurídicos existentes entre las villas y la tierra llana, que añadieron un componente particular a algunos de estos enfrentamientos.  La fundación de villas fue una herramienta en manos de los monarcas para mermar los recursos de los nobles que se le enfrentaban y debilitarles.
Aquí trataré de explicar, de manera sucinta, qué era la Tierra Llana y como le afectó la fundación de las Villas

En su origen, tierra llana sería todo el territorio bajo la jurisdicción del Fuero de Vizcaya. Es decir, en la práctica la totalidad del señorío, compuesto de anteiglesias agrupadas en Merindades. Territorio controlado por la nobleza organizada en bandos, con sus parientes mayores, señores y jauntxos. En la tierra llana toda su población está sujeta al terreno, y este y quienes lo trabajan se encuentran sometidos al propietario de la tierra, su señor natural.
Pero en 1199 aparece una nueva ordenación jurídica en Vizcaya, Lope Sánchez de Mena funda la primera villa en territorio vizcaíno, Balmaseda, y le otorga el Fuero de Logroño.  En este fuero y en las cartas puebla de su fundación se reflejan los privilegios de quienes habiten en las villas. 
La villa, un nucleo poblacional, con un territorio determinado, asignado y garantizado por el señor del lugar, que goza de una serie de privilegios otorgados en su carta puebla. Según el fuero, la población que habita en las villas es, en primer lugar, franca y libre,  gozando de autoridad y jurisdicción independientes del señor. 
Limitada en su extensión, sin grandes espacios para destinar al sector primario (agricultura y ganadería), los villanos dedican sus esfuerzos al comercio y la producción de bienes lo que lo diferencia en forma de vida y mentalidad, del mundo rural que lo circunda. La villa depende del campo para alimentarse, pero genera rápidamente valor añadido sobre los productos que elabora y permite a los artesanos y comerciantes acumular una riqueza impensable para el campesino. 
Además, las villas se defienden con gruesas murallas que las rodean y quienes se refugian en su interior están a salvo de sus anteriores dueños. Estos privilegios atraen a las villas a campesinos que huyen de sus amos, a comerciantes que se beneficiaran de la centralización de los mercados locales en las villas a salvo de los bandidos y las tropelías de la nobleza campesina, a jauntxos dedicados al comercio, la construcción de naves o a la explotación del hierro, parientes mayores, artesanos, eruditos, intelectuales y extranjeros, lo que provoca un auge imparable de las villas. Al darse el fuero, cambia la condición de los labradores, que dejan de depender del señor y se convierten en hombres libres. Todo esto trabaja en detrimento de los intereses de los apellidos asentados en la Tierra Llana que tratarán de detener el florecimiento de las villas utilizando cuantos instrumentos jurídicos estén a su alcance y, en múltiples ocasiones, con la fuerza de sus armas.
También es de considerar la importancia de los linajes que se asientan en las villas. En unos casos es el medio de aumentar los ingresos de los apellidos menos favorecidos, en otros una posibilidad de medrar para los segundones y para los grandes linajes la forma de ampliar su fortuna y aumentar sus influencias controlando el concejo. Además, los vecinos de la villa son vasallos del señor del territorio, lo que supone su protección sin que en la práctica dependen de él para otra cosa que no sea abonarle su parte en los beneficios. Más tarde, cuando el rey de Castilla pasa a ser también señor de Vizcaya, las villas consiguen escapar definitivamente del poder señorial y alcanzar las más altas cotas de crecimiento y riqueza.


Para ilustrar los conflictos entre la tierra llana y las villas, un breve relato de cómo entraron en Vilvao Juan d’Avendaño e Juan López de Ganboa con él, e las peleas que ovieron con los Butrón:
En el año del señor de mil cuatrocientos once, Juan de Avendaño, hijo de Martín Ruiz, entró con sus hombres de armas en Bilbao y cercó a Ochoa Pérez de Arbolantxa en la torre que su apellido tenía en la plaza de la villa. Se sumaron al conflicto los hombres de Asúa, Susúnaga y Getxo, que lucharon a las puertas de la villa, cayendo numerosos hombres heridos y muertos por ambas partes. Durante el enfrentamiento, a Juan de Avendaño, una saeta le dio en la gorguera, pero por suerte para él no le alcanzó de pleno y solamente lo hirió de levedad en el cuello. 
Al no poder tomar la torre continuaron los disturbios por la villa y como Gonzalo Gómez de Butrón, pariente mayor del linaje, se encontraba en la corte, acudió doña María Alonso -su esposa- al mando de todo el solar de Butrón y tomó posiciones en la atalaya de Bilbao y en la rentería. También acudieron en su ayuda Ochoa de Salazar con sus gentes y Fortún García de Arteaga, yerno de la de Butrón. Para enfrentarse a semejante ejército,  llegó a la villa el abuelo de Juan de Avendaño, Juan López de Gamboa, pariente mayor del apellido.  Todos ellos lucharon y murieron, noches y días, por las calles de la villa y sus alrededores hasta que volvió de la corte el señor de Butrón que consiguió que el doctor Gonzalo Moro, corregidor del rey, que ofreciera treguas del rey a los contendientes y que así estos volvieran por fin a los solares de donde habían salido. 

Besamanos a Fernando V por los vizcainos en 1476

Besamanos a Fernando V por los vizcainos en 1476
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Bilbao en el siglo XV

Bilbao en el siglo XV
Así se supone que podía ser Bilbao a finales de la Edad Media

Casa torre de Etxaburu (fotografía de Txemi Ciria Uriarte)

Casa torre de Etxaburu (fotografía de Txemi Ciria Uriarte)
La casa, origen del linaje, razón de ser de los bandos

Espada de mano y media, también llamada espada bastarda - 1416

Espada de mano y media, también llamada espada bastarda - 1416
Armas de lujo para los privilegiados de la tierra

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