Cantigas de Cruz y Luna.

Cervera del río Alhama, una pequeña villa castellana donde cristianos, judíos y musulmanes conviven en secular armonía, envía sus mejores gentes a la campaña de las Navas de Tolosa. Les acompaña la dulce Zahara, arrastrada contra su voluntad a una aventura donde, para sobrevivir, habrá de ser más fuerte que los más intrépidos cruzados.

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La novela

La novela
Una historia de aventuras en Cervera del río Alhama, una perspectiva nunca vista de las Navas de Tolosa

miércoles, 27 de junio de 2018

Al-Nasir, el Miramamolin.


Ya sabemos quienes dirigían las tropas cruzadas, pero ¿quien estaba al mando de los musulmanes?

Pues los comandaba Al-Nasir, al que los cristianos llamaban Miramamolín
El califa, o monarca, de los almohades se llamaba en realidad Abu Abd Allah Muhammad Ibn Yacub Ibn Yussuf Ibn Abd al-Mumin. Pero al hacerse cargo del título califal, adoptó el sobrenombre de Al-Nasir lid in-Allah (Protector de la religión de Dios). 

El nombre de Miramamolín surge al castellanizar otro de los títulos de los monarcas almohades, el de Amir al-Mu’minin (Emir o príncipe de los creyentes).
Por cierto: el abuelo de nuestros protagonistas cristianos, Alfonso VII el Emperador, también se hizo llamar Miramamolín, pues también le rendían tributo los reyezuelos musulmanes de la península.


La imagen de la izquierda es la esmeralda que dicen perteneció a Al-Nasir y que Sancho el Fuerte arrancó de su Corán tras la batalla de las Navas de Tolosa (otros dicen que fue del turbante de donde la tomó).

Esta esmeralda es la que aparece en el escudo de Navarra, en el centro de las cadenas, pero de esto hablaremos más adelante, en otra entrada.


viernes, 22 de junio de 2018

Combatientes en las Navas de Tolosa


Sabemos los reyes que acudieron, pero ¿Cuántos les acompañaban?
Mucho se ha hablado (e inventado) respecto al número de combatientes que participaron en la batalla de las Navas de Tolosa.
Una de las cosas que más me llamó la atención en mis primeras lecturas sobre la batalla de las Navas de Tolosa, fueron las mentiras que alegremente exponían los pseudo-historiadores cuando hablaban de esta cruzada.
Afirmaban que participaron en la contienda entre 60.000 y 150.000 cristianos enfrentados a 200.000 o 400.000 musulmanes.

Evidentemente, quienes defendían estas cantidades ni habían estado en la llanada donde se enfrentaron los cruzados con las tropas de Al-Nasir, ni conocían la logística necesaria en la edad media para mover un ejército.
Las navas tienen una anchura cercana a los dos kilómetros en su punto más amplio. Si disponemos el ejército cristiano por completo a pie (un peón ocupa menos que un caballo) y cedemos un espacio de 90 cm. lateral entre hombre y hombre, manteniendo un metro y medio entre líneas, dejo al lector interesado que calcule el espacio necesario para desplegar el ejército cristiano del que hablan los optimistas
Sencillamente ocuparían todo el espacio disponible, sin posibilidad de moverse ni mucho menos luchar en él.
Además, sobre la mesa del rey apenas cabría un campamento para 12.000 personas. Que afirman tenían enfrente a ¿cuántos almohades… 200.000? Para poder colocarse en el terreno del que disponían, tendrían que haberse subido unos encima de otros.

Por si estos datos no son suficientes, pensad en los acompañantes de los soldados. Tengamos en cuenta que allá por el siglo XIII cada caballero cuidaba de su propia intendencia.  Una partida tendría que contar con civiles que les guisaran, compusieran sus armas, cuidaran de los animales de carga y alimento, atendieran a los caballeros y sus monturas, médicos… además seguían al ejército comerciantes dispuestos a suministrar aquellos bastimentos que se les agotaran, taberneros, prostitutas, mercaderes de esclavos que transformaran en metálico a los prisioneros que se pudieran hacer… una caterva aún más numerosa que el propio ejército.
Quien desee profundizar en estos números, que consulte a Francisco García Fitz que (y con él la mayor parte de los historiadores actuales) concluyó en su estudio Las Navas de Tolosa (Ariel, 2008) que el número de caballeros cristianos en las Navas podría rondar los 4000, acompañados de unos 8000 peones, lo que suma un total de 12 000 efectivos. 

Se da por supuesto que los musulmanes contaban con algo menos del doble de combatientes que los cruzados. Por lo tanto, en aquél junio de 1212, tendríamos del orden de unos treinta mil individuos dispuestos a masacrarse en los campos de las Navas.

lunes, 18 de junio de 2018

Los reyes de las Navas de Tolosa

Generalmente, lo adecuado es comenzar por el principio, de manera que lo que haremos antes de nada es determinar qué monarcas se enfrentaron en las Navas de Tolosa.
Allí se enfrentaron la práctica totalidad de los reyes hispanos. Solo faltaron el rey de León y el de Portugal. Allí se encontró Al-Nasir, sevillano de nacimiento, de piel clara y ojos azules, al mando de unos 25.000 guerreros llegados de todo el imperio almohade, con los reyes de Castilla, Aragón y Navarra que, junto a los pocos ultramontanos que llegaron al campo de batalla comandaban poco más de 12.000 hombres.


Alfonso VIII, el Noble






Pedro II, el Católico




Los tres reyes cristianos, Alfonso VIII el Noble, Pedro II el Católico y Sancho VII el Fuerte, eran primos entre sí, pues todos ellos eran nietos de Alfonso IX, como primos lo eran también los dos monarcas que se negaron a acudir a la cruzada, Alfonso IX de León y (aunque en un grado más lejano) Alfonso II de Portugal.
Sancho VII, el Fuerte






Al-Nasir



Por su parte, Al-Nasir  nació en Sevilla en 1179, hijo de Al-Mansur y su esposa cristiana. Llamado Amir al-mu'minin (Miramamolín para los españoles) o "Príncipe de los creyentes". Su nombre completo era Abú Abd Allah Muhammad Ibn Yaqub Ibn Yusuf Ibn Abd al-Mumin, tomó el sobrenombre de Al-Nasir li din Al-lah (Defensor de la religión de Dios) al hacerse cargo del califato.

Ya tenemos a nuestros protagonistas.
En las siguientes entradas iremos delimitando el campo y aclarando el cómo y el porqué de la cruzada hispana





Besamanos a Fernando V por los vizcainos en 1476

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Bilbao en el siglo XV

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