Cantigas de Cruz y Luna.

Cervera del río Alhama, una pequeña villa castellana donde cristianos, judíos y musulmanes conviven en secular armonía, envía sus mejores gentes a la campaña de las Navas de Tolosa. Les acompaña la dulce Zahara, arrastrada contra su voluntad a una aventura donde, para sobrevivir, habrá de ser más fuerte que los más intrépidos cruzados.

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La novela

La novela
Una historia de aventuras en Cervera del río Alhama, una perspectiva nunca vista de las Navas de Tolosa

martes, 27 de abril de 2010

La armadura medieval

Cuando hablamos de los caballeros de la edad media siempre nos los imaginamos enfundados en su traje de acero brillante, como si esta fuera su vestimenta habitual. En realidad, un caballero medieval solo vestía el arnés en caso de batalla, torneo o justa. Si bien es cierto que no por ello renunciaba a defenderse de los ataques de sus enemigos; ya disponía para el uso diario de la eficaz protección que le brindaban las brigantinas, coracinas y demás armaduras ligeras. También se tiende a pensar que el peso con que debían cargar los caballeros medievales los hacía guerreros torpes, de movimientos lentos y limitados. Muchos aún creen que aquellas armaduras eran tan pesadas, que si un caballero caía por tierra en combate le resultaba imposible el incorporarse por sí solo. ¡Cuando daño has hecho a la historia, Hollywood...!
En primer lugar: existían dos diferentes tipos de armaduras, las de guerra, pensadas y diseñadas para prestar la mayor protección al caballero limitando lo menos posible su movilidad y las armaduras de torneo -o arnés de justa-, bastante más pesadas y recias, ya que su función básica era la de resistir el embate directo de la lanza de su oponente. Estas últimas sacrificaban la visibilidad y la movilidad a favor de una mayor reciedumbre en su construcción y añadían refuerzos en aquellas partes más expuestas al impacto. No olvidemos que la justa es un combate singular entre dos caballeros, no una pelea generalizada y mucho menos una verdadera batalla.

Una forma fácil y sencilla de diferenciar una armadura de guerra de una de torneo es fijar la atención en un par de puntos evidentes: La armadura de guerra está equipada con una celada más ligera, ajustada a la cabeza y que permita la máxima visibilidad posible en estos casos. Por contra, el yelmo de justa cubre cabeza y rostro con un yelmo pesado, con muy poca visibilidad y menor ventilación (en una batalla, el caballero debe poder detectar a los enemigos estén donde estén y necesita respirar durante todo el tiempo que dure el combate. Por el contrario el torneo solo dura unos pocos segundos, minutos en el peor de los casos, y la función del yelmo es básicamente defender la cara de un impacto directo de la lanza de su oponente)
El otro punto a mirar es el peto del caballero. Si lleva arnés de justa, un caballero diestro mostrará en el lado derecho el ristre (un pequeño soporte donde encajar un cabo que llevaba la lanza de torneo en la manija para que resulte menos pesada en la carga. Algunos modelos se podían plegar sobre el peto), o las perforaciones donde montarlo, ya que muchos de estos ristres eran desmontables. Otra diferencia a buscar es la enorme placa metálica que la mayor parte de los arneses de torneo llevaban en el lado izquierdo del peto, encargada de desviar las lanzas que resbalando por el escudo pudieran golpear el yelmo.
En cualquier caso, una armadura de arnés blanco (la que todos imaginamos cuando nos hablan de una armadura medieval, la de las películas de caballeros andantes) podría variar su peso desde los 25 kilogramos hasta los 30 en las más pesadas. Puede parecernos una carga imposible de manejar en combate, pero para comprender con exactitud lo que estos esforzados campeones cargaban, podemos emplear algunos ejemplos de hoy en día:
El peso del futuro equipamiento de combate en el ejército español, desarrollado en el programa “Comfut”, pesará en torno a los 25 kg. Cada marine de la 101 Aerotransportada, las unidades que penetraron hacia Bagdad desde el sur de Irak, cargaba con un equipo de entre 27 y 36 kilogramos. Un escalador profesional de alta montaña puede llevar en su mochila más de 20 kg. de equipamiento y ha de alcanzar cumbres que superan los 6.000 metros de altitud caminando con ese peso sobre sus hombros.
Es cierto que el desenvolverse dentro de un traje rígido de acero debe ser bastante más incómodo que el vestir los tejidos actuales, pero debemos tener también en cuenta que un hidalgo aprendía a manejarse dentro de la armadura desde muy temprana edad, de manera que cuando llegaba el momento supremo de entrar en combate, estaba más que habituado a su peso, estructura y manejo. En resumen, no nos queda más remedio que aceptar que un hombre bien entrenado –y no dudemos de que un caballero medieval lo era, tanto o más que el mejor samurai– vestido con su armadura, no solo era capaz de alzarse si tropezaba, sino que envuelto en su traje de hierro era capaz de luchar, fintar, atacar y correr tras su enemigo (o delante de él) si era necesario.

Besamanos a Fernando V por los vizcainos en 1476

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Bilbao en el siglo XV

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Así se supone que podía ser Bilbao a finales de la Edad Media

Casa torre de Etxaburu (fotografía de Txemi Ciria Uriarte)

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La casa, origen del linaje, razón de ser de los bandos

Espada de mano y media, también llamada espada bastarda - 1416

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Armas de lujo para los privilegiados de la tierra

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