Una de las grandes
fuentes de información sobre la vida y la milicia en la baja edad media, son
las crónicas de Pero Niño, también llamadas el Victorial.
En este libro, se nos cuentas las hazañas de don Pero Niño, Conde de Buelna y Señor de Cigales
y de Valverde. Fue escrita en el año 1436 por Gutiérrez Díez de Games, alférez que fue de Pero Niño.
Torre de Pero Niño en San Felices de Buelna. Fotografía de PB Obregón |
Extraordinaria fuente de información, con su lectura comprenderemos mejor la mentalidad medieval. Y para empezar, tomaremos un breve texto en el que el
cronista nos relata, con meridiana claridad, y sin ninguno de los pudores con que
la civilización actual nos condiciona, cuales eran las verdaderas razones por
las que los hombres del medioevo partían a la guerra y lo que su señor esperaba de
ellos: no la devoción a la corona, ni el valor, ni tan siquiera la victoria
heroica sobre el enemigo, lo que se busca es, simplemente, la obtención de unos
recursos que justifiquen el desembolso que ha supuesto para su patrono el
equipar el ejército del que forman parte.
En el Victorial se nos cuenta, entre otras muchas de
sus hazañas, como teniendo Pero Niño cumplidos ya los veinticinco años, el rey
de Castilla, Enrique III, le concede
el mando de unas galeras equipadas por la corona con el encargo principal de
dar caza a unos corsarios castellanos que robaban y saqueaban las costas del
mar de Levante. Harto de sus tropelías, el rey mandó aparejar en Sevilla las
galeras y ordenó que se escogiesen para tripularlas a los mejores marineros y
comitres, que fueran equipadas con los más fornidos y animosos remeros y que
eligieran a los que fueran experimentados ya en la mar de levante. También dispuso el reclutamiento de los mejores
ballesteros mareantes, duchos y probados en armar sus ballestas al cinto.
Equipó luego con las mejores armas las galeras y a sus tripulantes, a los que
pagó por anticipado las pagas acordadas y entregó además a Pero Niño buenas
monedas de oro y plata para que dispusiera de capital que gastar en las
ciudades y reinos extraños que visitara.
Ballestero cargando "al cinto" Arriba a la izquierda, la avancuerda que, sujeta al cinto, permitía tensar la cuerda haciendo fuerza con la pierna sobre el estribo. |
Presta la expedición, parte el señor de Cigales
perfectamente equipado en busca de los corsarios. Pero, tras varias jornadas de
navegación y como las galeras no conseguían localizar a los corsarios por entre
las islas mediterráneas donde esperaban encontrarlos, deciden posponer para
mejor ocasión su castigo y decide acercarse a las tierras vecinas en busca de
algún otro medio con que rentabilizar la partida que se le ha encomendado. No
tardan en descubrir un aduar dedicado a la agricultura vecino a la costa. Buen militar y
eficiente estratega, Pero Niño organiza una avanzada que evalúe la capacidad
militar del nuevo objetivo y la configuración geoestratégica del lugar. A sus
hombres les ordena que evalúen la cantidad y calidad de los ganados y demás
riquezas del poblado, así como los mejores caminos de aproximación y retirada.
Una vez en posesión de cuantos datos necesita un buen general para asegurarse
el buen término de su campaña, Pero Niño reúne a sus hombres en las
galeras.
Todos esperan las palabras de su capitán, saben de
su valía y están dispuestos a obedecer sus órdenes fueran cuales fueren. La
espera aumenta la tensión entre los hombres y el señor de Cigales juega con
ella hasta que considera llegado el momento adecuado para comenzar su exhorto.
Les recuerda entonces que están allí por gracia de su majestad el rey Enrique , que les ha pagado sus buenos dineros para
que cumplan con el trabajo que se les
encomienda y que ha gastado una fortuna en equiparlos y pertrecharlos
con el mejor armamento.
Por todo ello, les dice: siendo como son hombres
enteros y bien nacidos, deben agradecer su generosidad volviendo a Sevilla con
muchas mercancías y las mayores ganancias posibles.
Convencidos todos por las razones del capitán,
desembarcan en tierra firme perfectamente armados para atacar la aldea. Determina
entonces don Pero donde debe colocarse la bandera y las trompetas de señales,
quienes han de realizar la avanzada y quienes controlar las entradas y salidas
del lugar, indica qué gentes deben
quedarse junto a la bandera y quienes habrán de asaltar el pueblo y ordena a
sus hombres cautivar y matar y poner a fuego el aduar. Además, en vista
de que la retirada podría complicarse si los soldados cargaran con un botín demasiado pesado, ordenó también que no tomasen cosa alguna que los estorbara en su
retirada, salvo hombres y mujeres y criaturas. Y que a los que no pudiesen
traer, que los pusiesen a espada y que los matasen.
Más claro, imposible. Las palabras del cronista, en
un libro escrito por encargo de quien a de ser su protagonista exclusivo,
consagrado a ensalzar las proezas y bien hacer de don Pero Niño, señor natural
del autor, son más que reveladoras de la mentalidad medieval.
La moral moderna
es incapaz de comprender los principios por que se regían aquellos hombres y
siempre que intentemos juzgarlos desde una perspectiva actual habremos de caer
en los errores maniqueístas que ya hemos comentado otras veces.