Los banderizos no solo peleaban entre ellos. Gentes
entrenadas, aguerridas y bien equipadas, eran soldados apreciados por sus
señores y reyes.
Ejemplo preclaro y representativo de la mentalidad de
aquellos bizarros caballeros, es la participación de los vizcaínos en la más
grande batalla medieval jamás disputada en tierras hispanas, la batalla de las Navas de Tolosa, en la que participó, dirigiendo la vanguardia cristiana, el
señor de Vizcaya don Diego
López de Haro, al que llamaron el Malo, por ceder Alarcos a
los musulmanes.
Dirigía las tropas cristianas el rey de Castilla don Alfonso, que colocó a su derecha al rey de Navarra, reforzadas sus fuerzas por
ricos hombres y gentes de los concejos castellanos, y a su izquierda al rey de Aragón.
El rey castellano formó con sus más allegados la retaguardia
del haz central. La medianera correspondió a las órdenes militares junto a diferentes
concejos castellanos y la vanguardia, como hemos dicho, la adjudicó al señor de Vizcaya y
sus gentes, acompañado por sus hijos Lope y Pero y los señores de los Cameros.
Cuando estaban formadas las haces, dispuestas frente al
enemigo, un temor cruzó el rostro del joven Lope. Equivocando la actitud de su
padre en Alarcos, temió que en tamaña situación no supiera hacer frente al
mayor ejército reunido hasta la fecha por los almohades, de manera que acercó
su bridón al de su padre, descabalgó, y de rodillas ante su padre y señor, le
dijo:
- Señor, os pido por merced que no repitáis los hechos de
Alarcos, que mantengáis la cara al enemigo y que nadie, después de hoy, me
pueda llamar hijo de traidor.
Don Diego, miró de arriba abajo a su hijo y, con media
sonrisa en el rostro le respondió:
- Hijo mío. A ti, te podrán llamar hijo de puta, pero jamás
hijo de traidor. Ahora bien, la demostración la tendremos ahí abajo -Le señaló las tropas musulmanas-. En este mismo lugar veremos si eres capaz de seguirme y como me guardas.
Lope Díaz besó las manos de su padre y le respondió:
- Señor, os guardaré como un hijo debe guardar a su padre y
como un vasallo sirve a su señor.
Sin más palabras, cargaron al frente de las tropas
cristianas alcanzando don Diego la primera sangre y realizó tales proezas aquél
día que a partir de entonces le llamaron don Diego el Bueno.
Y fueron en esta batalla buenos caballeros sus hijos Lope y
Pero Días, y don Ferrand Sánchez de Salcedo, Señor de Ayala y don Rodrigo
Sánchez de Salcedo, su hermano y otros caballeros noveles a los que los
sarracenos habían matado a sus padres en Alarcos.