Una ballesta consiste, básicamente, en un
arco corto fijado a uno de los extremos de un travesaño de madera llamado
cureña. La cuerda una vez tensa se fija a la nuez, que es una pieza cilíndrica
con una hendidura longitudinal que mantendrá tensa la cuerda y una muesca en un
lado donde se engancha la llave (lo que hoy llamaríamos gatillo) que la fija.
Al accionar la llave, la nuez gira liberando la
tensión acumulada del arco y la cuerda arrastra en su movimiento el proyectil.
Este arma se introdujo en Europa hacia el año mil con un arco simple de madera
y se tensaba tirando de la cuerda con ambas manos hasta engancharla en la nuez.
Ballestero "armando al cinto" a la derecha detalle de la gafa |
Pero pronto se incorporó el acero al arco,
allá por el siglo XIV, con lo que el sistema de montar al cinto ya no era útil
salvo en las ocasiones en que se
ballesta con su cranequín |
Pata de cabra |
montando con armatoste |
Diferentes puntas de dardos Abajo, cuarta por la derecha, una punta de rallón. |
Si variados eran los sistemas de armarla,
también eran muchos los proyectiles que podía arrojar. Lógicamente, los más
habituales eran los diferentes dardos con puntas de engarce pedunculado o
tubular, como los cuadrillos, que tenían la punta piramidal de base cuadrada,
de ahí su nombre; viratones y virotes de punta cónica, que no giraban en su
trayectoria, como parece indicar su nombre, sino que se llamaban así por
deformación de las palabras latinas verutu y verutum respectivamente, empleadas
para designar a los dardos; los pasadores, que eran proyectiles de punta
fusiforme, larga y delgada, diseñada para penetrar por entre los anillos de la cota
y reventarlos. También empleaban nuestros banderizos los rallones, unos dardos
con la punta plana, con forma de cincel, que se utilizaban habitualmente en la
caza, pero que demostraron con harta frecuencia su eficacia contra los seres
humanos.
Además, la ballesta podía montarse con una
sola cuerda para lanzar los diferentes dardos, pero también podía ser equipada
con una cuerda doble que, con una badana en su parte central, permitía al
ballestero lanzar a sus enemigos piedras, balanos de plomo o bodoques, pequeñas
esferas de barro endurecido al fuego.
Tan eficaz demostró ser la ballesta contra
peones y caballeros, por bien equipados que fueran, que en el 1139, El Papa Inocencio II, en el segundo Concilio de
Letrán, canon 29 declaró: “Prohibimos
bajo anatema el arte mortal de ballesteros y arqueros, que Dios aborrece, que
sean empleados de ahora en adelante contra los cristianos y los católicos” Contundente
prohibición, aunque poco efectiva, porque la verdad es que no parece que le
hicieran mucho caso al interdicto.
Nota:
Las imágenes de ballesteros montando al cinto, con pata de cabra y armatoste han sido tomadas del blog benjaminrose.com en su post "Técnicas de arquería//la ballesta".