Cantigas de Cruz y Luna.

Cervera del río Alhama, una pequeña villa castellana donde cristianos, judíos y musulmanes conviven en secular armonía, envía sus mejores gentes a la campaña de las Navas de Tolosa. Les acompaña la dulce Zahara, arrastrada contra su voluntad a una aventura donde, para sobrevivir, habrá de ser más fuerte que los más intrépidos cruzados.

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La novela

La novela
Una historia de aventuras en Cervera del río Alhama, una perspectiva nunca vista de las Navas de Tolosa

viernes, 18 de septiembre de 2009

El carácter del hidalgo banderizo

Hay muchos aspectos que damos por supuesto sobre quienes habitaban estas “nuestras” tierras hace apenas 500 años. Y la mayor parte de las veces erróneamente. Uno de estos errores comunes es el pensar que su personalidad y escala de valores eran similares, si no idénticos a los nuestros o podríamos asimilarlos en nuestra sociedad actual.
Tendemos a aceptar – o tratan de hacernos creer – que Europa, gracias en parte a su tradición cultural cristiana, siempre ha disfrutado de una sociedad basada en los principios de justicia y equidad tal y como hoy los entendemos.

Tremendo error! En la realidad, su mentalidad resulta tan diferente a la actual como nos resultaría la de una hipotética raza extraterrestre.

Tomemos como ejemplo tipo de banderizo a Lope García de Salazar.

Pronto nos daremos cuenta que realmente no fue nadie excepcional en su tiempo, a no ser por su estatura (2’10 metros, en una época en la que la media de altura rondaba el 1’55). Fue por huir de su forzada inactividad durante los años en que permaneció preso en su propia torre por lo que escribió su historia universal o "bienandanzas", y de esta pretendida enciclopedia histórica, son sus últimos libros -los dedicados a las familias que conocía, las vizcaínas y castellanas con las que trataba - los únicos singulares y los que le han dado una fama que de otro modo no hubiera merecido.
De sí mismo, tras alardear falsamente de no haber sido vencido nunca, escribe que nunca luchó contra nadie por soberbia, solamente mató por su honor y por mantener sus razones o las de su linaje; nunca rompió una tregua que no tuviera derecho a quebrantar (habría que preguntarse quién adjudicaba el derecho a romper una tregua) ni mató ni hizo matar a nadie que no se lo mereciera si lo pudo evitar, que ya les decía él eso de: “guárdate, que ya me guardaré yo”. Eso sí, despreció a los ladrones y dijo la verdad siempre que pudo.

Declaración de principios de un noble medieval, señor de sus siervos, enemigo de sus enemigos y amigo de sus amigos siempre y cuando no hubiera intereses por en medio. La vida de un hombre solo tiene valor si tiene tras él dinero o familia que la soporten.
Existen en las bienandanzas y demás crónicas medievales, numerosas referencias a muertes cuyo castigo quedó impune o solamente supuso el destierro por una corta temporada del asesino. Pero eso sí, siempre que el matador y la víctima fueran hidalgos, porque la persona de un siervo, labrador o esclavo ni tan siquiera valía la tinta que habría de emplearse para transcribir su nombre al papel. No encontraremos el nombre de un campesino mutilado por su señor, el de un niño degollado en el camino, ni el de una moza violada. Solo se pierde el tiempo en escribir que murieron cuando desaparecen en cantidades tan alarmantes, a causa de guerra, hambre o peste, que pueden poner en peligro los ingresos de su señor.

Por cierto, en realidad, la inmensa mayoría de la población medieval pertenecía a estas clases oprimidas. Gentes que también llevaban el nombre de su señor como marca de pertenencia. Un Lope de Salazar podía ser el señor de la casa de Salazar, o el esclavo Lope que le pertenecía. De ahí podemos deducir que la mayoría de los actuales habitantes de estas tierras somos descendientes, no de los nobles hidalgos que las explotaban -aunque llevemos su apellido -, sino de los miserables siervos y esclavos que fueron capaces de sobrevivir a las hambrunas, a las pestilencias y a sus señores.

Para quien le interese, estas son las palabras textuales de Don Lope, extraídas de sus bienandanzas. Habla de sí mismo en tercera persona. Tomo IV, libro XXIV, pag. 345. :

“porque él sienpre fue vençedor en todos logares, segund dicho es, e aun en otras cosas nunca fue vençido ni retraído, que entiende que fue por graçia del Señor Dios, que le fizo para ello, porqu'él nunca cometió guerra contra persona del mundo, a su entender e creer, por sovervia contra razón, sino por guardar onor e razón suya e de su linaje, ni quebrantó treguas non devidamente a sus adversarios ni mató ni fizo matar a persona del mundo ni fue en consejo d'ello a traiçión ni a mala verdad, sino "aguárdate, aguardarme he" e a no lo poder escusar, segund susodicho tiene, e que sienpre puso justiçia en su tierra en lo que pudo e desdeñó ladrones e rovadores e que sienpre guardó verdad a todas personas en quanto pudo.”

3 comentarios:

Joselondinium dijo...

Hola Iñaki:

Un artículo muy bueno y necesario, al igual que el resto de los publicados hasta ahora.

Felicidades y un abrazo.

Iñaki dijo...

Vaya, muchas gracias por tus palabras.
Me alegro de que te guste esta página que, si lo deseas, es tan tuya como mía, o de cualquier otro que entre en ella con la mente abierta y el ánimo calmo.
Te agradezco el comentario a esta entrada porque, realmente, cuanto más estudio la edad media – o más concretamente el período final de ésta – más me asombra el que sigan existiendo presuntos eruditos empeñados en juzgar los actos de aquella gente según nuestros propios principios.
Los señores feudales no eran mejores ni peores que nosotros. Simplemente actuaban siguiendo unas normas y unas pautas de comportamiento ajustadas a las circunstancias de su ambiente. No eran románticos héroes legendarios, pero tampoco asesinos despiadados (aunque ahora nos lo pueda parecer). Simplemente tenían que sobrevivir.
A mí personalmente me sorprende el seguir encontrando gente que se ofende al oír comentar que Rodrigo Díaz, el cid, era simplemente un mercenario, no un héroe. Como si se tratara de un insulto y no una evidencia histórica. Todos - insisto: todos - los señores medievales con posibles vendían o alquilaban sus lanzas, del mismo modo que los reyes cristianos pactaban alianzas con los reinos vecinos (cristianos y musulmanes) según les convenía.
Estoy convencido que cuando aprendamos a mirar la historia con ojos limpios, sin lentes teñidas de política, habremos dado un gran paso para entender realmente quienes somos y porqué actuamos hoy como lo hacemos.

Joselondinium dijo...

Hola, Iñaki:

Sí que me gusta la página, es genial. No creas que es facil encontra información precisa sobre las armas que utilizaban los banderizos en concreto; y esa busqueda de información me llevó a tu blog.

Estoy muy de acuerdo con lo que dices. Sin justificar sus barbaridades, los señores y los que les seguína actuaban condicionados por el tiempo que les tocó vivir. Existe una tendencia a la idealización de los personajes del pasado en gran medida producto de la imágen distorsionada del cine, como en el caso del Cid. Pero el cine es sólo cine y no un tratado de historia y puede permitirse esas licencias. El problema es que la gente no se preocupa en indagar sobre estos individuos. Más grave me parece aún la idealización llevada a cabo por historiadores, ya sea por cuestiones pólíticas o románticas. Ahí tenemos el caso de Lope García de Salazar, tan gran banderizo como manipulador.
En efecto, hay que mirar la historia con los ojos limpios, desde un punto de vista neutral y objetivo, a la busqueda de la verdad y no del interés.

Un saludo.

Besamanos a Fernando V por los vizcainos en 1476

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Bilbao en el siglo XV

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Casa torre de Etxaburu (fotografía de Txemi Ciria Uriarte)

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La casa, origen del linaje, razón de ser de los bandos

Espada de mano y media, también llamada espada bastarda - 1416

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