Los pobres dormían donde podían, cubiertos por una manta o su capote. En un campamento, se distriburán por donde puedan y los más afortunados tenderán una pieza de tela sobre una cuerda tendida entre dos estacas plantadas en la tierra para dormir a resguardo envueltos en su manto. Pero todo caballero que se precie hará que sus siervos carguen con una tienda y la riqueza de esta dependerá de los posibles del propietario.
Pasemos a detallar partes y composición de la tienda redonda, la tienda básica medieval:
La tienda se levanta plantando de manera firme el tendal, un poste grueso, normalmente clavado en el suelo, de cuyo extremo superior parten una serie de cuerdas que se fijarán al suelo mediante estacas. El número de cuerdas varía en función del tamaño, altura y perímetro de la tienda (en los documentos de la época, el número de cuerdas que sostiene una tienda dan idea de su tamaño e indican la categoría y poder de su propietario). Sobre los tendales se extiende un cono de tela, la corona, que se cierra por la parte de arriba con una pieza de cuero que se llama cuenca. De la corona penden los álabes, lienzos de tela que forman las paredes de la tienda y remata la tienda por arriba la pella, la pieza maciza que corona el tendal.
Alzando uno o dos álabes se accede al interior, y se pueden fijar estos lienzos a las cuerdas para mostrar el interior de la tienda o para que su inquilino admire el paisaje. En caso de mucho calor también se pueden alzar, parcial o totalmente, alguno o todos los tendales para que corra el aire.
Como hemos dicho, el tamaño de la tienda lo determinan el número de cuerdas y su riqueza los materiales de construcción. así, la pella puede ser de oro labrado con forma animal o vegetal, quizás con el símbolo del propietario de la tienda, o una simple pelota de cuero. Lo mismo ocurre con la cuenca, que puede ser de cuero o una gruesa lámina de plata repujada u oro labrado. Y con la corona y álabes, que podrían ser de humilde burel (paño basto y ordinario que viste la gente común y los esclavos (quizás apropiada -con el consiguiente escándalo de sus vecinos- para un simple jauntxo que prefiere gastarse el dinero en una buena espada o en comprar un carro de ballestas) o del más costoso brocado de seda y oro. También el tendal indicará la posición de su dueño. Muchas veces eran desmontables en piezas, para poder trasladarlas mejor y el rico utilizará tendales de roble, nogal o caoba, sin despreciar el palo santo y otras maderas exóticas, quizás con incrustaciones de marfil y amarres de oro y plata. El pobre se conformará con un robusto poste de roble de una o dos piezas. El suelo de la tienda se cubre totalmente con pieles, de oso o marta para el rey, de cuero o paja para el pobre. Un jauntxo quizás cubra el suelo con fustán y la embellezca con alfombras tejidas con la lana de sus rebaños.
Pero el rey, o un noble realmente adinerado, podría alojarse en una tienda de dos tendales, el colmo del lujo en un camping medieval. Su escudo en las cenefas de tela que bordean la corona, brocados de seda entretejida con oro imitando columnas sobre los álabes, gallardetes con sus colores sobre las pellas... en fin, lujo asiático para los señores de la tierra.