Cantigas de Cruz y Luna.

Cervera del río Alhama, una pequeña villa castellana donde cristianos, judíos y musulmanes conviven en secular armonía, envía sus mejores gentes a la campaña de las Navas de Tolosa. Les acompaña la dulce Zahara, arrastrada contra su voluntad a una aventura donde, para sobrevivir, habrá de ser más fuerte que los más intrépidos cruzados.

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La novela

La novela
Una historia de aventuras en Cervera del río Alhama, una perspectiva nunca vista de las Navas de Tolosa

lunes, 10 de septiembre de 2012

Sobre las Villas y la Tierra Llana


Casa Torre de Aranguren
Como hemos comentado en varias ocasiones a lo largo de este blog, las luchas banderizas fueron básicamente enfrentamientos entre los diferentes apellidos que se disputaban el poder y los recursos de la tierra. En la antigua Vizcaya,  existía un determinante añadido, los diferentes regímenes jurídicos existentes entre las villas y la tierra llana, que añadieron un componente particular a algunos de estos enfrentamientos.  La fundación de villas fue una herramienta en manos de los monarcas para mermar los recursos de los nobles que se le enfrentaban y debilitarles.
Aquí trataré de explicar, de manera sucinta, qué era la Tierra Llana y como le afectó la fundación de las Villas

En su origen, tierra llana sería todo el territorio bajo la jurisdicción del Fuero de Vizcaya. Es decir, en la práctica la totalidad del señorío, compuesto de anteiglesias agrupadas en Merindades. Territorio controlado por la nobleza organizada en bandos, con sus parientes mayores, señores y jauntxos. En la tierra llana toda su población está sujeta al terreno, y este y quienes lo trabajan se encuentran sometidos al propietario de la tierra, su señor natural.
Pero en 1199 aparece una nueva ordenación jurídica en Vizcaya, Lope Sánchez de Mena funda la primera villa en territorio vizcaíno, Balmaseda, y le otorga el Fuero de Logroño.  En este fuero y en las cartas puebla de su fundación se reflejan los privilegios de quienes habiten en las villas. 
La villa, un nucleo poblacional, con un territorio determinado, asignado y garantizado por el señor del lugar, que goza de una serie de privilegios otorgados en su carta puebla. Según el fuero, la población que habita en las villas es, en primer lugar, franca y libre,  gozando de autoridad y jurisdicción independientes del señor. 
Limitada en su extensión, sin grandes espacios para destinar al sector primario (agricultura y ganadería), los villanos dedican sus esfuerzos al comercio y la producción de bienes lo que lo diferencia en forma de vida y mentalidad, del mundo rural que lo circunda. La villa depende del campo para alimentarse, pero genera rápidamente valor añadido sobre los productos que elabora y permite a los artesanos y comerciantes acumular una riqueza impensable para el campesino. 
Además, las villas se defienden con gruesas murallas que las rodean y quienes se refugian en su interior están a salvo de sus anteriores dueños. Estos privilegios atraen a las villas a campesinos que huyen de sus amos, a comerciantes que se beneficiaran de la centralización de los mercados locales en las villas a salvo de los bandidos y las tropelías de la nobleza campesina, a jauntxos dedicados al comercio, la construcción de naves o a la explotación del hierro, parientes mayores, artesanos, eruditos, intelectuales y extranjeros, lo que provoca un auge imparable de las villas. Al darse el fuero, cambia la condición de los labradores, que dejan de depender del señor y se convierten en hombres libres. Todo esto trabaja en detrimento de los intereses de los apellidos asentados en la Tierra Llana que tratarán de detener el florecimiento de las villas utilizando cuantos instrumentos jurídicos estén a su alcance y, en múltiples ocasiones, con la fuerza de sus armas.
También es de considerar la importancia de los linajes que se asientan en las villas. En unos casos es el medio de aumentar los ingresos de los apellidos menos favorecidos, en otros una posibilidad de medrar para los segundones y para los grandes linajes la forma de ampliar su fortuna y aumentar sus influencias controlando el concejo. Además, los vecinos de la villa son vasallos del señor del territorio, lo que supone su protección sin que en la práctica dependen de él para otra cosa que no sea abonarle su parte en los beneficios. Más tarde, cuando el rey de Castilla pasa a ser también señor de Vizcaya, las villas consiguen escapar definitivamente del poder señorial y alcanzar las más altas cotas de crecimiento y riqueza.


Para ilustrar los conflictos entre la tierra llana y las villas, un breve relato de cómo entraron en Vilvao Juan d’Avendaño e Juan López de Ganboa con él, e las peleas que ovieron con los Butrón:
En el año del señor de mil cuatrocientos once, Juan de Avendaño, hijo de Martín Ruiz, entró con sus hombres de armas en Bilbao y cercó a Ochoa Pérez de Arbolantxa en la torre que su apellido tenía en la plaza de la villa. Se sumaron al conflicto los hombres de Asúa, Susúnaga y Getxo, que lucharon a las puertas de la villa, cayendo numerosos hombres heridos y muertos por ambas partes. Durante el enfrentamiento, a Juan de Avendaño, una saeta le dio en la gorguera, pero por suerte para él no le alcanzó de pleno y solamente lo hirió de levedad en el cuello. 
Al no poder tomar la torre continuaron los disturbios por la villa y como Gonzalo Gómez de Butrón, pariente mayor del linaje, se encontraba en la corte, acudió doña María Alonso -su esposa- al mando de todo el solar de Butrón y tomó posiciones en la atalaya de Bilbao y en la rentería. También acudieron en su ayuda Ochoa de Salazar con sus gentes y Fortún García de Arteaga, yerno de la de Butrón. Para enfrentarse a semejante ejército,  llegó a la villa el abuelo de Juan de Avendaño, Juan López de Gamboa, pariente mayor del apellido.  Todos ellos lucharon y murieron, noches y días, por las calles de la villa y sus alrededores hasta que volvió de la corte el señor de Butrón que consiguió que el doctor Gonzalo Moro, corregidor del rey, que ofreciera treguas del rey a los contendientes y que así estos volvieran por fin a los solares de donde habían salido. 

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Besamanos a Fernando V por los vizcainos en 1476

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Bilbao en el siglo XV

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Así se supone que podía ser Bilbao a finales de la Edad Media

Casa torre de Etxaburu (fotografía de Txemi Ciria Uriarte)

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La casa, origen del linaje, razón de ser de los bandos

Espada de mano y media, también llamada espada bastarda - 1416

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