Ya hemos comentado con anterioridad que el apellido, las más
de las veces, está ligado a la casa origen del linaje. Es la casa la que da
nombre al señor que la construye y a sus hijos. Origen y consumación de sus
moradores, es la más completa imagen y representación del banderizo.
Todas las que vemos hoy han sufrido infinidad de modificaciones que han desvirtuado por completo su esencia, la mayor y más conocida de ellas el desmochado que sufrieron durante el reinado del rey Fernando, que les arrancó por completo todo el adarve, almenas y cadalsos defensivos.
Casa Torre de Aranguren |
Una casa torre típica se encontraba en muchas ocasiones
rodeada por un murete, más o menos alto, que sirviera de primera defensa contra
un posible atacante. En su centro se levantaría la casa sobre una primera
planta de gruesos muros erigidos en mampuesto, calicanto o sillarejo, y en
algunos casos con los ángulos reforzados con piedras labradas de sillería (solo
los más ricos de entre ellos podrían disfrutar de una torre alzada totalmente en
sillería). Sobre el primer piso, a ras de tierra y de amplio portal, se alzaba el segundo piso, destinado
a cocina, dormitorios del servicio de confianza y comedor comunal. Sobre este el piso más importante de la casa, el piso principal, donde dormía el señor se tomaban las decisiones, formalizaban negocios y hacía su vida el cabeza de familia.
(Aquí un inciso curioso. Aún en muchos edificios del siglo pasado se mantiene esta nomenclatura para los pisos: A ras de suelo, los bajos o locales comerciales, sobre estos el entresuelo y, en lo que hoy llamaríamos el segundo piso, podemos encontrar el Principal).
Por encima de esta planta noble aún podría alzarse algún piso más
destinado a servidumbre y familia, sobre los que se encontraría la buhardilla, que
servía de almacén y despensa, coronada por el adarve defensivo
propio de todo castillo, almenas y matacanes.
La torre disponía de dos entradas. Una, amplia, se abría en
la primera planta para dar acceso a las caballerizas, cuadras y habitaciones de
los criados encargados de su mantenimiento. Desde esta planta baja no existía
acceso posible al resto de la casa. Para acceder al resto de estancias había que subir
hasta el primer piso a través de un patín o escalera exterior que alcanzaba una
puerta angosta de entrada al interior. Este patín se protegía con cadalso y
troneras a través de los cuales poder hostigar a quien pretendiera visitar la
casa sin ser invitado. El cercado, cuya puerta nunca se encontraba alineada con la de la casa,
balcones con ladroneras y aspilleras bien repartidas por los muros habían de
demostrar a los intrusos que pretendieran acceder a ella con malas intenciones que no eran bien recibidos.
Pero una torre no solo es torre porque alberga al señor,
sino que lo es porque defiende a sus gentes.
Las torres se alzaban en puntos sensibles o
vulnerables del patrimonio. Podemos encontrarlas junto a puentes, molinos o
ferrerías y junto a ellas es habitual el levantar, casa llana –la que no tiene elemento
defensivo y solo sirve como residencia y lugar de trabajo, lo que hoy, en estas
tierras, llamamos caserío- la herrería,
almacenes, cuadras y porquerizas, las casas de los criados comunes demás
construcciones civiles.
La casa torre resultaba así la principal fuerza defensiva de las propiedades del banderizo y el eje militar, económico y geográfico sobre el que se estructuraba el apellido y su descendencia.