Juan García, el protagonista de Tierra amarga, es un segundón del apellido Basondo. En estas tierras -y en otras muchas- durante la edad media existía lo que se ha dado en llamar mayorazgo, un sistema hereditario que impedía el desmembramiento de la herencia y la desaparición del patrimonio familiar: Todas las tierras, posesiones y bienes del apellido, pasaban de manera íntegra al primogénito, solo en contadas excepciones alguno de los otros hijos recibía algo del patrimonio familiar. Al resto, los segundones, solo les quedaban dos opciones: o permanecían en la casa al servicio de su hermano mayor, o pasaban a engrosar las filas del ejército o el clero.
Aunque para los que decidían dejar la casa de sus mayores siempre quedaba una puerta abierta. No era exacto el que todo se quedara en manos del hermano mayor. El resto heredaban tres posesiones un tanto particulares: se les dejaba en posesión de una teja de la casa, un palmo de tierra en la mejor finca de la familia y un dinero.
De esta forma particular se le garantizaba de por vida la entrada a la casa de los mayores, nadie podía negarles el derecho a cobijarse bajo su teja; siempre tendrían acceso a las tierras de la familia, puesto que podrían visitar su palmo de terreno cuando les viniera en gana; y siempre tendrían caudal, al menos un dinero, para poder comprar un chusco de pan.
Escasas propiedades con las que se encontró al volver a casa Juan García de Basondo, y que en poco ayudaron a mejorar la imagen que tenía de su familia. Pero hemos de reconocer que era mucho más de lo que disponía la mayoría de la gente que habitaba entonces en esta amada tierra amarga.
Aunque para los que decidían dejar la casa de sus mayores siempre quedaba una puerta abierta. No era exacto el que todo se quedara en manos del hermano mayor. El resto heredaban tres posesiones un tanto particulares: se les dejaba en posesión de una teja de la casa, un palmo de tierra en la mejor finca de la familia y un dinero.
De esta forma particular se le garantizaba de por vida la entrada a la casa de los mayores, nadie podía negarles el derecho a cobijarse bajo su teja; siempre tendrían acceso a las tierras de la familia, puesto que podrían visitar su palmo de terreno cuando les viniera en gana; y siempre tendrían caudal, al menos un dinero, para poder comprar un chusco de pan.
Escasas propiedades con las que se encontró al volver a casa Juan García de Basondo, y que en poco ayudaron a mejorar la imagen que tenía de su familia. Pero hemos de reconocer que era mucho más de lo que disponía la mayoría de la gente que habitaba entonces en esta amada tierra amarga.
3 comentarios:
hOLA Iñaki... excelente artículo... como todos...; la verdad, qué pena que no sean más a menudo... :-)
Por cierto, en la revista de tirada nacional "Qué leer", de este mes de noviembre 2010, aparece una pequeñísima reseña del libro, en las últimas páginas...
Con lo difícil que es aparecer hoy en día en los medios y con la poca cancha que suele darse a los escritores nacionales en general... es todo un éxito la verdad.
Saludos!!
Muchas gracias por el aviso, Sergio.
Es verdad que las revistas de grandes tiradas no se suelen molestar mucho en atender a desconocidos, lo que vende es hablar de Yosa y Maalouf (y que conste que, a mí, Amin Maalouf me encanta)... y a las ventas se deben.
Pero, ya ves, a veces también se toman la molestia de leer otros libros de autores que no aparecen en los medios.
Bueno, buscaré la revista para regodearme con mi instante de gloria.. ;-D
Gracias otra vez y me alegro de que te guste la entrada. La verdad es que llevo una temporada que no me permite escribir nada, pero espero que en breve pueda volver a nuestro blog con un poco más de asiduidad.
Un abrazo a todos.
Pues sí que echamos de menos una buena ración de entradas de Iñaki ;-); si bien podríamos decir que muchas de ellas ya han sido redactadas con maestría dentro de Tierra Amarga. Un libro que, además de bien escrito y francamente entretenido, arroja luz con gran sencillez sobre el sistema de vida y organización de los banderizos y sus conflictos, cuestiones que no siempre quedan claras en textos de caracter academicista. De modo que Tierra Amarga nos sirve también para aprender.
Habrá que hacerse con un número de "Qué leer", por cierto :-)Las grandes revistas no hacen mucho caso de los autores desconocidos, cierto es; lo curioso es que las más de las veces, por desgracia, las grandes novelas no son las que muestran con detalle en sus páginas, y si demasiada hamburguesa literaria...
Saludos,
Jose.
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