Cantigas de Cruz y Luna.

Cervera del río Alhama, una pequeña villa castellana donde cristianos, judíos y musulmanes conviven en secular armonía, envía sus mejores gentes a la campaña de las Navas de Tolosa. Les acompaña la dulce Zahara, arrastrada contra su voluntad a una aventura donde, para sobrevivir, habrá de ser más fuerte que los más intrépidos cruzados.

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La novela

La novela
Una historia de aventuras en Cervera del río Alhama, una perspectiva nunca vista de las Navas de Tolosa

lunes, 22 de junio de 2009

Otra visión sobre el origen de los bandos y los banderizos

Mucho se ha hablado sobre los banderizos y sus luchas, así como abundantes son las razones que se han buscado para ellas. Sin pretender tener la respuesta al porqué de tanta sangre como se ha derramado en esta Tierra Amarga, creo prudente el hacer hincapié en algunos puntos no desconocidos, pero sí ignorados las más de las veces cuando se habla de la época y sus protagonistas.

(Antes de continuar, me gustaría hacer un pequeño inciso respecto al tratamiento con que se conoce comúnmente a estos hidalgos de las guerras banderizas: Al mayor del apellido se le distinguía como Jauna, que quiere decir “el señor”, mientras que el resto de hidalgos eran llamados Jauntxos, literalmente: señores pequeños, o lo que es lo mismo: “señoritos”. Curiosamente, esta misma denominación aún se puede encontrar en ciertas zonas de la península culturalmente deprimidas).

Volviendo a la Bienandanzas e Fortunas, nos encontramos con que, a la hora de explicar algún altercado, don Lope repite una y otra vez que la pendencia surgió por ver quién más valía, queriendo decir con ello que fue una cuestión de orgullo mal entendido entre los contendientes lo que les arrastró a la violencia y el homicidio. Sin duda que no le faltará razón, pero para poder comprender el porqué de una reacción tan violenta ante un asunto que en principio muchas veces resultaba por cierto superficial, debemos tener muy en cuenta la edad de los participantes y sus condiciones sociales personales. No olvidemos que, en la edad media, más del 70% de la población tenía menos de 18 años y la implicación de la sociedad de un hombre joven era muy diferente a como lo es ahora. El mismo Lope, nos lo hace ver al escribir sobre la descendencia de su antecesor del mismo nombre: e su fijo primero lo ovo éste en una moça de Nograro seyendo mançevo de 15 años. En otro momento nos cuenta cómo Gómez de Butrón envió a Gonzalo Gómez, su fijo, que era moço de 15 años, a Unzueta para desaloja a los de Juan López de Gamboa que cercaban la casa que allí tenía. A los 16 años de edad, Pero Gonzales Quarto era home mucho volliçioso e guerrero e esforçado... E mató en su casa a Juan Caveça de Heras toviéndolo desafiado. Testimonios como éstos y parecidos abundan en los escritos de la época. A los 15 años se era ya hombre para engendrar y combatir. Un hidalgo debía haber adquirido a esa edad la capacidad y destreza necesarias como para matar o morir en batalla, de la misma manera que disfrutaba de las posibilidades de perpetuar su apellido en el catre de cualquier moza que se presentara. Ahora bien, el ser humano no ha evolucionado lo suficiente en estos últimos 500 años como para modificar el perfil mental de la especie. Si observamos a un adolescente del siglo XXI hemos de poder ver los mismos conflictos sicológicos y hormonales de nuestros ancestros a su misma edad.
Imaginemos entonces por un momento a un puñado de jóvenes de entre 15 y 17 años armados de espadas, educados en su superioridad por sangre, entrenados desde su más tierna infancia en el manejo del arma más letal conocida entonces –la espada – y rodeados de veteranos de armas a sus órdenes. No podemos extrañarnos de que en semejante puchero se guisen pendencias mortales, batallas campales y todo tipo de excesos.
También podríamos calificar de adolescente a la situación socio-económico del mundo occidental: Europa está a punto de dar a luz al Renacimiento y toda la sociedad se resiente de las contracciones del parto: Se desata por todo el continente una revolución tecnológica y de los medios de producción. La energía hidráulica facilita la transformación del mineral de hierro y hace mucho más barata la obtención de aceros cada vez mejores. El comercio marítimo abre nuevos mercados y por primera vez en la historia se “globaliza” el conocimiento, el consumo y la producción. Las salazones y otras técnicas de conservación de los alimentos, junto a las nuevas técnicas de construcción naval y de navegación, abren las comunicaciones de pequeñas villas como Bilbao a las más distantes ciudades del globo y permitirán en breve el descubrimiento del nuevo mundo. Las armas de fuego son cada vez más cómodas de utilizar y más efectivas, lo que unido a las nuevas ballestas de rápido montaje, la montura a la jineta aprendida de los árabes y a las picas, eliminará en breve a la caballería pesada de los campos de batalla y el desarrollo de la artillería dejara obsoletos a los hasta ahora inexpugnables castillos.

Ahora debemos colocar estos actores y este ambiente social en un escenario aislado, de escasos recursos y casi nulas comunicaciones, al que la carencia de riquezas naturales ha reducido al mínimo las ingerencias del mundo exterior y donde aún se mantiene una sociedad primitiva fundamentada en la familia. Es únicamente la necesidad de las grandes empresas de Castilla por comercializar su lana en Europa, y la cada vez mayor demanda de hierro, lo que hace económicamente rentable el establecimiento de algún puerto seguro en el Cantábrico, así como el asentamiento de villas en el territorio que garanticen la disponibilidad de los nuevos puertos y mantengan abiertas las vías de comunicación entre ellos y la meseta castellana.

Al contacto con esta nueva disposición del orden social en menoscabo del feudalismo, la sociedad rural de Vizcaya y Guipúzcoa –que aún se basa en la más primitiva estructura familiar de la gens romana y cuya mayor fuerza es la familia – trata de adaptar sus características particulares a la nueva situación. Caballeros e hidalgos, que han conseguido sus tierras por la fuerza de las armas y que han mantenido en las mismas durante generaciones de igual modo sus derechos, se transforman en la baja edad media en mercaderes y empresarios. Y se enfrentan a los nuevos desafíos con la violencia y fuerza del clan. Los señores banderizos llevan años alquilando su gente a los diferentes reyes y disponen de suficientes hombres duchos en el manejo de las armas. Además, sus gentes están unidas al clan por un concepto cultural de tribu, que establece una lealtad inexcusable al apellido y al pariente mayor que lo representa. Esto presta a los jauntxos una ventaja nada desdeñable respecto a sus competidores, sujetos a la siempre inconstante ley de la oferta y la demanda que multiplica los costes de mano de obra y seguridad.

En aquél mercado, se combate la competencia con las armas, se protegen los intereses a espada y fuego, y se consolidan privilegios con la compra de voluntades y la creación de intereses dentro de la corte castellana.

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Besamanos a Fernando V por los vizcainos en 1476

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Bilbao en el siglo XV

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Así se supone que podía ser Bilbao a finales de la Edad Media

Casa torre de Etxaburu (fotografía de Txemi Ciria Uriarte)

Casa torre de Etxaburu (fotografía de Txemi Ciria Uriarte)
La casa, origen del linaje, razón de ser de los bandos

Espada de mano y media, también llamada espada bastarda - 1416

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Armas de lujo para los privilegiados de la tierra

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