Cuando hablamos de las luchas de bandos solemos obviar un dato que es por sí mismo extraordinario: La capacidad militar de que hacían gala los jauntxos en sus contiendas.
Si repasamos las Bienandanzas de Lope de Salazar –y en estos casos Don Lope es preciso como todo buen profesional– nos encontramos con algunos datos realmente escalofriantes: En Villatomín, en unas disputas por tierras en Castilla
En otro escrito, nos encontramos con que en 1468, Juan de Avendaño reune en Elorrio 1.200 hombres junto a 150 de a caballo, a más de lombardas mayores y menores (libro XXII, pag. 219-35). En esa misma batalla, Lope García de Salazar –esta vez el cronista– enfrenta al de Avendaño 4.000 hombres y 80 de a caballo. Poco más adelante vemos que en ese mismo año Mujica y Butrón reunen contra el mismo Avendaño 4000 infantes y 150 jinetes con bombardas construidas en Santander (libro XXII pag. 220-1).
Para poder hacernos una idea de lo que un ejército de estas proporciones suponía en la época, podemos buscar referencias en otros ejércitos mejor considerados por la historia oficial. Por poner un ejemplo:
El Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, inició la conquista de Nápoles en 1495 (es decir, apenas 27 años más tarde) con 6.000 infantes y 700 jinetes ligeros, y para la toma de Ostia –el puerto de Roma– le bastaron 1.500 infantes, 300 jinetes ligeros y unas pocas piezas de artillería. Incluso más adelante, ya en 1529, un ejército de 400 caballos, 1.500 infantes y 4 piezas de artillería, le bastaron al de Orange para sitiar la ciudad de Florencia.
Nos encontramos pues con que las grandes familias banderizas, en sus enfrentamientos, eran capaces de alzar en un tiempo sorprendentemente corto un verdadero ejército de hombres perfectamente equipados y curtidos en múltiples batallas y escaramuzas. Y no olvidemos que el de Córdoba llevó a Nápoles únicamente caballería ligera, mucho más económica y fácil de equipar que la caballería pesada, mientras que en la batalla de Elorrio se encontraban al menos varios de los hijos de Salazar y algunos otros hidalgos de ambos bandos equipados de punta en blanco, es decir, con armadura pesada, la unidad militar por excelencia en la edad media. Un ejercito de 5.000 infantes equipados, 300 jinetes pesados y ligeros, más sus piezas de artillería, a finales de la edad media, era un ejército considerable, capaz de sitiar grandes ciudades o enfrentarse con posibilidades a cualquier rey de
Por no hacer demasiado extensa esta nota, en otro post aparte resumiré un par de ejemplos ocurridos en la villa de Castro Urdiales, de la que nuestro insigne cronista era merino, y que nos narra en su libro XXIV.
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