Cantigas de Cruz y Luna.

Cervera del río Alhama, una pequeña villa castellana donde cristianos, judíos y musulmanes conviven en secular armonía, envía sus mejores gentes a la campaña de las Navas de Tolosa. Les acompaña la dulce Zahara, arrastrada contra su voluntad a una aventura donde, para sobrevivir, habrá de ser más fuerte que los más intrépidos cruzados.

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La novela

La novela
Una historia de aventuras en Cervera del río Alhama, una perspectiva nunca vista de las Navas de Tolosa

jueves, 7 de enero de 2010

De la capacidad militar de aquellos caballeros medievales a los que luego dieron en llamar "banderizos"

Cuando hablamos de las luchas de bandos solemos obviar un dato que es por sí mismo extraordinario: La capacidad militar de que hacían gala los jauntxos en sus contiendas.

Si repasamos las Bienandanzas de Lope de Salazar –y en estos casos Don Lope es preciso como todo buen profesional– nos encontramos con algunos datos realmente escalofriantes: En Villatomín, en unas disputas por tierras en Castilla la Vieja, Ferrand Sánchez de Velasco se enfrentó con 300 caballeros apoyados por 5.000 peones, a los 200 hombres de a caballo y 3.500 de a pie que tenían los gamboinos de Guipúzcoa y de las Encartaciones, entre los que se encontraban Lope García de Salazar junto a 60 de sus hijos a caballo. (No, no es una errata, el tal Lope, antecesor del cronista de las Bienandanzas, “huvo 120 hijos e hijas bastardos, porque tenía gracia de preñar a toda mujer moza.” Sociable que era el mozo... (libro XXI pag. 116-17))

En otro escrito, nos encontramos con que en 1468, Juan de Avendaño reune en Elorrio 1.200 hombres junto a 150 de a caballo, a más de lombardas mayores y menores (libro XXII, pag. 219-35). En esa misma batalla, Lope García de Salazar –esta vez el cronista– enfrenta al de Avendaño 4.000 hombres y 80 de a caballo. Poco más adelante vemos que en ese mismo año Mujica y Butrón reunen contra el mismo Avendaño 4000 infantes y 150 jinetes con bombardas construidas en Santander (libro XXII pag. 220-1).

Para poder hacernos una idea de lo que un ejército de estas proporciones suponía en la época, podemos buscar referencias en otros ejércitos mejor considerados por la historia oficial. Por poner un ejemplo:

El Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, inició la conquista de Nápoles en 1495 (es decir, apenas 27 años más tarde) con 6.000 infantes y 700 jinetes ligeros, y para la toma de Ostia –el puerto de Roma– le bastaron 1.500 infantes, 300 jinetes ligeros y unas pocas piezas de artillería. Incluso más adelante, ya en 1529, un ejército de 400 caballos, 1.500 infantes y 4 piezas de artillería, le bastaron al de Orange para sitiar la ciudad de Florencia.

Nos encontramos pues con que las grandes familias banderizas, en sus enfrentamientos, eran capaces de alzar en un tiempo sorprendentemente corto un verdadero ejército de hombres perfectamente equipados y curtidos en múltiples batallas y escaramuzas. Y no olvidemos que el de Córdoba llevó a Nápoles únicamente caballería ligera, mucho más económica y fácil de equipar que la caballería pesada, mientras que en la batalla de Elorrio se encontraban al menos varios de los hijos de Salazar y algunos otros hidalgos de ambos bandos equipados de punta en blanco, es decir, con armadura pesada, la unidad militar por excelencia en la edad media. Un ejercito de 5.000 infantes equipados, 300 jinetes pesados y ligeros, más sus piezas de artillería, a finales de la edad media, era un ejército considerable, capaz de sitiar grandes ciudades o enfrentarse con posibilidades a cualquier rey de la época. Razón más que suficiente para que los reyes castellanos tuvieran tanto “amor” como cuidado para con sus “fieles” caballeros vizcaínos. (Aquí, para no herir susceptibilidades, recordar que en la época, era habitual llamar vizcaínos tanto a los habitantes de los actuales territorios de Vizcaya como a los de Guipúzcoa y buena parte de Álava)

Por no hacer demasiado extensa esta nota, en otro post aparte resumiré un par de ejemplos ocurridos en la villa de Castro Urdiales, de la que nuestro insigne cronista era merino, y que nos narra en su libro XXIV.

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Besamanos a Fernando V por los vizcainos en 1476

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Bilbao en el siglo XV

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Casa torre de Etxaburu (fotografía de Txemi Ciria Uriarte)

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Espada de mano y media, también llamada espada bastarda - 1416

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